Chile después del 25 de octubre del 2020

¿Qué podemos reconocer? ¿Qué debemos hacer? ¿Qué cabe esperar?

Invito con insistencia a la lectura, reflexión e interiorización de la nueva encíclica del Papa Francisco, que se llama Fratelli Tutti. El nombre de la encíclica está tomada de una expresión de San Francisco de Asís que significa literalmente hermanos todos y que hoy podríamos parafrasear como hermanas y hermanos todos.

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Fe y política en tiempos de crisis y cambios sociales

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Lo que ha ocurrido en Chile a partir del 18 de octubre de este año ha sido inesperado y ha tenido una envergadura que nadie podría haber imaginado. Por lo mismo, aún se quedan cortos los análisis y es difícil definir tanto causas como consecuencias. Todo se mezcla. La justicia de las demandas sociales con la acciones que se acercan a lo delictual y dañan el valor y la masividad de las movilizaciones. Los grandes grupos de personas que se manifiestan por su propio interés o por la adhesión a demandas colectivas con grupos más organizados que aspiran a fines políticos entre los cuales está la desestabilización del estado de derecho. Es decir, generar un estado tal de anarquía que al Presidente de la República no le quede otra opción que renunciar.

De todos modos, a mi parecer, es muy complejo definir un solo factor que sea el causante de este movimiento, que incluso podemos llamar revolución. Siempre es posible acudir a la tesis del complot y ver en esto causas externas como las que adjudican la responsabilidad a Cuba, a Venezuela o incluso a China, o a causas internas como los grupos narco terroristas, anarquistas o al Partido Comunista y a los sectores más extremos del Frente Amplio. Pienso que puede haber concurrencia de factores, pero estimo que adjudicar la inteligencia de lo ocurrido en Chile estas semanas a una de esas causas como exclusiva sería simplificar demasiado las cosas y valorar poco el sentir genuino de nuestro pueblo. Sigue leyendo

La Campana

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Cima esquiva,
roca y sendero,
muchos han alcanzado tu cumbre,
con jadeo y resuello,
más, son los que no han llegado.

Robles cubren tu falda,
enrojeciendo el camino, de aroma maderoso.
Junto a quillayes, boldos, peumos y litres.
Hojas suculentas, sombra generosa.

Nuestra tierra. Bendito suelo.

A tus espaldas, otro valle,
nos recibe la palma chilena,
de Ocoa, Hijuelas, La Calera, Quillota.
Te saluda el Aconcagua,
que nos hace hermanos.

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Bosques siempre verdes,
mantos de hojas. Fuente de vida.
Habitados por ancestros,
en compañía de tórtolas y perdices, lagartijas y arañas pollito,
zorros culpeo, ratones y zorzales, tucúqueres y aguiluchos.
Juntos bebieron, cuando las aguas cantaban.

En ti la soledad y el silencio son serena compañía.
Te busco y me busco,
te encuentro y me encuentro.
En caminos alfombrados, sombreados, misteriosos.

Aquí. Queriendo, amando, soñando, percibiendo, estando.

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En cada paso. Que quiero dar y doy. Me juego la vida.

Campana compañera,

¿Puedo entrar por tus secretos?

Mi piel se vuelve cafesosa,

de crecimiento lento y torpe,

refugio, madriguera, hogar.

Respiro y camino. Despacio.

Cima deseada, con vida,

casa de generaciones.

Mi espíritu se ensancha,

en el portezuelo.

Peumos, boldos, quilas,

quillayes, tebos, arrayanes,

son mis hermanos, mis amigos, mis guardianes.

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Campana melodiosa,

tu vida me habla, me llama.

En la tierra, en tus aromas,

en cada hoja.

Invitándome a crecer juntos,

día a día.

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Me siento árbol,

bosque,

Matorral, arbusto, brisa,

Polvo, canto, rama…

Hasta pronto…

Espérame en la próxima alborada.

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(El Cerro La Campana forma parte de la Cordillera de La Costa que divide lo que en Chile se conoce como la depresión intermedia del litoral, es decir, separa la costa del interior del país, generando con ello diversos microclimas. Este cerro no es el más alto de la Cordillera de la costa, hay dos más altos que son muy cercanos El Roble y Las Viscachas, en todo caso los tres fluctúan entre los 1880 y los 2200 metros de altura. De todos modos la ascensión a La Campana es exigente por el desnivel de altura, ya que se parte de más abajo que en el caso del Roble y además la ascensión a la cumbre se hace por senderos de rocas grandes con bastante inclinación. La Campana forma parte del Parque Nacional La Campana que tiene entradas por Granizo, Cajón Grande en Olmué y Ocoa en Hijuelas. Cada lugar tiene sus propias particularidades y bellezas naturales. El Parque está a cargo de Conaf que ha ido generando infografía y señalizando los senderos. Aprovecho de hacer aquí un reconocimiento a mi abuelo paterno don Álvaro Valenzuela González que junto a Agustín Garaventa, propusieron la ley que finalmente decretó estas tierras como parque Nacional y zona de conservación de la naturaleza. El hecho de que existan lugares como La Campana es indispensable porque nos conectan fuertemente con lo que somos y son lugares que permiten profundizar la ecología humana, es decir, el buen trato con todas la especies naturales con las que convivimos, incluidos, por supuesto, los mismos seres humanos. Estamos llamados a proteger y preservar el medio ambiente, para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Por último agregar que el bosque de nuestra zona central de Chile para muchos no tenga el atractivo de los bosques del sur, porque es un bosque de zonas áridas que logra crecer en las quebradas y en la cara del cerro que no está expuesta al inclemente sol, que conocemos como la cara norte, tierra de cáctus, espinos y chaguales. El punto es que este bosque es generador de humus, protege la tierra y hay especies que son endémicas de esta zona, propias de aquí, únicas, con lo cual merecen nuestro mayor aprecio y cuidado, en aras de la bio-diversidad del planeta y de la riqueza de toda la Creación)

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La crisis de la Iglesia católica en Chile

 

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El siguiente texto fue publicado por el Blog de los Sagrados Corazones «Con olor a oveja» el año 2015 y en atención a lo que vive nuestra iglesia chilena me hace sentido volver a compartirlo, especialmente hoy, en el día de la Fiesta de Pentecostés.

1. Descripción de la crisis. Hoy por hoy se habla de la crisis de la Iglesia, al menos de la Iglesia chilena, puede sonar un poco fatalista o exagerado, pero en algún sentido estamos en una situación que podemos considerar crítica, con lo que ello implica de desafío y oportunidad. Esto no sólo dice relación con hechos acontecidos al interior de la propia Iglesia sino también con el cambio de época que nos ha tocado vivir en el que todas las instituciones ven tambalear su poder y ven cuestionados sus paradigmas. Por otro lado, la sociedad del siglo XXI es mucho más crítica y ese cuestionamiento, que también podemos realizar nosotros desde adentro de la Iglesia, no nos hace heterodoxos ni cismáticos, sino que es expresión de una necesidad sentida por muchos, de que en la comunidad creyente y particularmente en la Iglesia católica, haya una opinión pública, es decir un espacio donde podamos discutir con libertad de espíritu, donde nos interpelemos y opinemos desde el evangelio. Sigue leyendo